Putin brinda su apoyo militar a Lukashenko, acorralado por las masivas protestas en Bielorrusia

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  • El presidente bielorruso mantiene el pulso pese a la presión exterior y niega repetir las elecciones ante miles de seguidores.
  • Se enfrenta al mayor movimiento de oposición desde su ascenso al poder en 1994 y miles de personas vuelven a manifestarse.

Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, mantiene el pulso a pesar de la presión exterior y en un baño de multitudes ha dicho este domingo que «ni muerto entregará el país», que desde el exterior están formando un nuevo gobierno para Bielorrusia que significaría «la muerte como estado y nación» y que no celebrará nuevas elecciones que es lo que le están pidiendo los países vecinos: Lituana, Letonia, Polonia y Ucrania.

Paralelamente, este domingo miles de personas han respondido a la convocatoria de la oposición en la que han denominado «Marcha de la libertad». Su líder, Svetlana Tijanóvskaia, insiste en reclamar la victoria y desde el exilio en Lituania dice que prepara un comité para organizar la transferencia de poder.

A esta situación se une el apoyo de al gobernante. El presidente Vladímir Putin ha expresado a su homologo bielorruso, Alexandr Lukashenko, la disposición de Moscú a «prestar la ayuda necesaria para resolver los problemas» surgidos en Bielorrusia, en la segunda conversación telefónica entre ambos mandatarios en 24 horas, informó el Kremlin.

«La parte rusa confirmó su disposición a prestar la ayuda necesaria para resolver los problemas sobre la base de los principios del tratado de la Unión Estatal y también, si es necesario, a través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva», señala el comunicado de la Presidencia rusa.

En la conversación, añade la nota, los mandatarios abordaron por segundo día consecutivo la situación creada en Bielorrusia tras las elecciones presidenciales del pasado día 9, «incluida la presión que desde el exterior se ejerce sobre la república».

Miedo a la «ayuda» rusa
El líder bielorruso dijo que se enfrenta a una «revolución de color», nombre dado a varios levantamientos en la ex URSS durante los últimos 20 años con «elementos de injerencia externa». Los manifestantes temen la posibilidad de una intervención rusa, planteada por Lukashenko que, sin poder hacer frente ya a la movilización popular, busca ayuda en Moscú. .

Minsk ha recibido el apoyo de Moscú, un aliado histórico, a pesar de las recurrentes tensiones entre los dos países. El jefe de Estado bielorruso acusó notablemente a Rusia de querer convertir a su país en vasallo e interferir en la votación del 9 de agosto a favor de sus oponentes.

Lukashenko, que nunca ha dejado arraigar ninguna oposición, rechazó el sábado «cualquier mediación extranjera», refiriéndose a un plan de mediación propuesto por Polonia, Lituania y Letonia. «No le daremos el país a nadie», prometió. La Unión Europea, por su parte, ordenó sanciones contra funcionarios bielorrusos vinculados al fraude electoral y la represión.

Manifestaciones a favor y en contra

El nuevo contacto telefónico Lukashenko-Putin coincidió con el primer mitin de apoyo al presidente bielorruso en Minsk desde que estallaron protestas populares que exigen su dimisión y la celebración de nuevas elecciones. La manifestación oficialista congregó a varios miles de personas, muchas de las cuales, según denunciaron medios opositores, fueron trasladas en autobuses desde distintas ciudades.

«Queridos amigos, os he llamado no para que me defendáis, aunque también. Habéis venido para que por primera vez en un cuarto de siglo defendamos nuestro país, nuestras familias, nuestras esposas y hermanas, nuestros hijos», dijo Lukashenko a los asistentes al mitin, citado por la agencia rusa Interfax.

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