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Si las vacunas contra la COVID-19 que están en última fase de desarrollo son exitosas, aproximadamente un 70% de la población mundial debería inmunizarse para garantizar el fin de la pandemia, ha declarado este miércoles la científica jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Soumya Swaminathan
Aunque queda por ver cuán eficaces serán las futuras vacunas, Swaminathan y la directora del Departamento de Inmunización de la OMS, Kate O’Brien, han estimado que ese sería el porcentaje ideal, aunque el objetivo para 2021 es alcanzar el 20%.
«Ninguna compañía de las que está investigando podrá tener de inmediato dosis para todo el mundo», ha alertado O’Brien, quien también ha indicado que es importante por ello que todos los laboratorios continúen sus investigaciones incluso si uno de ellos se adelanta a los demás.
En un encuentro con internautas para analizar los nuevos y esperanzadores avances en vacunas que esta semana se han reportado en EE.UU. y Rusia, las dos expertas señalaron que las nuevas tecnologías desarrolladas en la actual lucha anticovid «pueden ayudar a protegernos mejor de futuras pandemias».
Aludían en ese sentido a tecnologías como el ARN Mensajero (ARNm), usado en las candidatas a vacuna de Pfizer-BioNTech y de Moderna, y que en lugar del habitual recurso a formas debilitadas de un virus utiliza moléculas que dan instrucciones al organismo humano sobre cómo construir anticuerpos.
Swaminathan, por su parte, advirtió además que a estas alturas de las investigaciones es todavía imposible saber si las vacunas contra el covid-19 en las que trabajan diferentes países no solo garantizarán protección personal contra el virus, sino si también podrán impedir su transmisión.
De la misma manera, aún está por descubrirse si una vacuna –sea esta capaz de desarrollar anticuerpos en el organismo o de aportar la respuesta inmune de las llamadas células T– garantizará inmunidad total frente al covid-19, o si solo ofrecerá un cierto grado de protección como para que, en caso de contagio, la ausencia de síntomas torne ‘invisible’ la potencial presencia del virus. En el segundo caso, la persona vacunada seguiría siendo un portador del virus e hipotéticamente podría representar un peligro para la sociedad.